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José Selgas y Lucía Cano dan un toque de fantasía del siglo XXI a su casa familiar en el norte de Madrid

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En una época de demolición suburbana, donde las casas antiguas son reemplazadas por espaciosas mansiones, los arquitectos José Selgas y Lucía Cano desarrollaron un enfoque diferente para su complejo familiar en la ruta norte. Madrid. Al igual que los otros pabellones que han construido ellos mismos en el sitio, el nuevo edificio de uso mixto está medio enterrado en un matorral en el borde del sitio y está ubicado de manera que no arranque un solo árbol.

La casa principal fue construida en los años 1960 por el padre de Cano, el famoso arquitecto Julio Cano Lasso (1920-96). Los tres hermanos de Cano, que también eran arquitectos, mantenían una práctica común en el antiguo estudio de su padre (el primer edificio independiente de la finca), y un hermano vivía en su casa principal bellamente restaurada.

Tres pabellones diseñados por la firma SelgasCano de José y Lucía añaden un toque de fantasía del siglo XXI al moderno y atractivo modernismo de Cano Lasso. Cuando la pareja se aventuró por primera vez en el jardín en 2006, fueron recibidos por un par de vainas vivas y informes de color naranja brillante y azul medianoche. Terminado en 2008, su estudio se asemeja a un invernadero hundido, atravesado por un techo arqueado compuesto de paneles acrílicos transparentes y paneles translúcidos de fibra de vidrio y poliéster.

Suplemento Vida-Trabajo SelgasCano

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La estructura en forma de C (1 y parte superior de la página) es la última de una serie de pabellones que ofrecen vistas de la copa de los árboles (2) desde dentro. Foto © Iwan Baan, haga clic para ampliar.

Suplemento Vida-Trabajo SelgasCano

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Su última incorporación es una estructura en forma de C sostenida internamente por excéntricos arcos de acero y rematada con bandas facetadas de vidrio coloreado y espejado. “Es como un caleidoscopio”, declaró Lucía Cano, “que se refleja y casi desaparece en el verdor”.

Con dos hijos en la universidad en casa y entre 10 y 15 arquitectos en su plantilla al mismo tiempo, Selgas y Cano necesitaban más espacio. «No teníamos dónde trabajar», explica Cano, «y acabábamos trabajando en el comedor de casa. Si teníamos reuniones, no teníamos intimidad en el estudio, así que acabábamos quedándonos en casa también». Mis hijos pueden ver amigos o trabajar con personas en el nuevo espacio, opciones que antes no tenían.

El edificio es independiente de los demás, con su propia entrada desde la calle que conduce a una pequeña terraza entre los brazos del edificio. Aquí, además de los tragaluces de las esquinas que ofrecen vistas a las copas de los árboles, las aberturas continuas en acristalamiento de metacrilato y las puertas de vidrio son las únicas conexiones con el exterior. Uno de los reposabrazos interiores está equipado con una gran mesa, el otro con un banco incorporado y una pantalla de proyección. Para los huéspedes que pasen la noche, el banco se puede convertir en cama.

Con su vivienda original, Sergas y Cano respondieron no sólo al atractivo del entorno natural sino también a los obstáculos inmobiliarios que enfrenta una familia joven al comenzar en la vida. Hoy en día, sus pabellones también pueden verse como soluciones interesantes a otras presiones económicas, en este caso las de la densificación suburbana. A pesar de las claras diferencias en la visión arquitectónica, encontraron una manera de conservar el espíritu de la casa familiar original y al mismo tiempo ampliar su uso para una nueva generación.

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