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Don McCullin: Palmyra y qué guerras destruyeron

Pocos fotógrafos miran el corazón del conflicto como Sir Don McCarlin. Durante veinte años, sus imágenes en blanco y negro definieron el significado de documentar la guerra. Stark, un amable retrato, civiles y refugiados cayeron en el caos en Vietnam, Chipre, Biafra e Irlanda del Norte, sus fotos son despiadadas. Son primitivos, humanos y, a menudo, insoportables porque exigen que la audiencia enfrente el costo de la violencia.

En la década de 1980, McCarlin había dejado la primera línea. Décadas de conflicto le han causado grandes pérdidas. Sin embargo, su instinto nunca lo dejó. En 2017, viajó a la antigua ciudad siria de Palmyra una vez celebrada como joyas de la arquitectura romana. Ubicada en la Ruta de la Seda, Palmyra es una gran red de rutas comerciales que conectan Asia Oriental con Oriente Medio, África del Norte y Europa, y floreció con el aumento del centro comercial que conecta el este y el oeste. Sus colonias, magníficos templos y arcos se han convertido en símbolos de intercambios culturales y creatividad humana.

Lo que McCarlin descubrió fue el silencio y la destrucción. Durante su terrorismo, los militantes de ISIS explotaron los templos, derribaron pilares y fueron marcadas en un intento de eliminar una cultura.

Las fotos de Palmyra de McCullin son diferentes de sus imágenes anteriores de la guerra, pero tienen el mismo peso moral. Estos sujetos no son caras heridas o horrores en el campo de batalla, sino piedras rotas, ruinas blasfemas y silencio. En los escombros arrojados en el piso del desierto entre los arcos y los escombros caídos, McCarlin captura otra tragedia humana: destruir la memoria misma. Estas imágenes no sufren de inmediato, sino imágenes que se pierden cuando la historia es borradas deliberadamente por la violencia.

La importancia del proyecto Palmyra radica en su testimonio. McCarlin se aseguró de que el mundo no pudiera alejarse de las víctimas de la guerra. En Palmyra, se aseguró de que el borrado de la cultura no pudiera ser despedido u olvidado. Sus imágenes son evidencia, como monumento y advertencia: la guerra temporal ha destruido no solo a las personas, sino también a los símbolos de nuestra humanidad y cultura compartidas.

Hoy, el legado de McCarlin va mucho más allá del fotógrafo. Redefinió el conflicto que la fotografía podría lograr, elevándolo a un acto moral, al igual que un acto en el arte. Su carrera destaca una verdad de toda la vida: el papel del fotógrafo no es solo grabar eventos, sino que también nos enfrenta, insistiendo en ver todo lo que podríamos estar lejos.

En muchos sentidos, Palmyra refleja el propio viaje de McCullin. Ambos sufrieron desastres: uno era una ciudad antigua, reducida a escombros, y el otro era un hombre que había sido testigo de la crueldad humana durante décadas. Sin embargo, ambos siguen siendo pruebas de resistencia y memoria. Las piedras rotas de Palmyra hablan silenciosamente de la civilización, mientras que las fotos de McCullin aseguran que esas voces tranquilas no permanezcan en silencio y tiempo. En el video de arriba Times transmitidojunto con Don McCullin, describe por qué se sintió atraído por Palmyra y su deseo de documentar este centro comercial una vez rico que una vez combinó múltiples culturas.

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