Edificio Médico BonaDea / Juan Pablo Soto Arquitectos


Descripción de la presentación del equipo del proyecto. Ubicado en el sureste de la capital. san luis potosíBona Dea Tower es la primera fase de un proyecto médico que conforma una importante instalación en una de las zonas más jóvenes de la ciudad. El proyecto incluye 90 oficinas distribuidas en doce plantas, una planta baja de laboratorios y plantas comerciales profesionales y una planta baja de quirófanos ambulatorios, con una superficie construida de 8.950 metros cuadrados.

La organización del edificio de catorce plantas se basa en forma de herradura, rodeando un gran patio. Esta disposición nos permitió ubicar todos los espacios habitables al exterior, brindándoles luz y ventilación natural, así como vistas abiertas hacia la ciudad y el Parque Tangamanga, el segundo más grande de México.

El proyecto pretende iniciar una conversación en torno a varios temas importantes en nuestra oficina, incluido cómo deberían funcionar los espacios de trabajo en la era pospandemia, adoptando nuevas normas y formas de entender y utilizar el espacio, desarrollando estrategias de densificación responsable y organizándose lejos de las estructuras verticales de los arquetipos tradicionales de este tipo. Una de ellas es ver la torre como una repetición de «plantas tipo», una repetidamente apiladas encima de otra sin ninguna relación entre sí, lo que elimina la posibilidad de interacción entre sus habitantes y limita en gran medida el potencial de proyectos verticales.


Diseñada para albergar médicos de diversas especialidades, la torre pretende contribuir a la formación de una identidad colectiva a través de grandes espacios públicos y comunitarios que se extienden hasta la terraza del vestíbulo de las oficinas del decimotercer piso. Este vasto espacio interior disuelve la jerarquía, revelando cómo funciona el edificio y cómo se organiza a su alrededor.

La materialidad arquitectónica tiene como objetivo mejorar la sensación de comunidad del proyecto. Las unidades básicas de toda la composición (los ladrillos) son claras y su posibilidad de trabajar juntos se refleja en todo el edificio, mostrando que cualquiera que sea la escala o complejidad del proyecto, éste puede construirse con métodos artesanales. Cada parte trabajando en conjunto forma el todo.

La mano del artesano encarna dignidad y fuerza en la materialidad del edificio. Desde el exterior, el objeto es un monito sólido y compacto, inspirado en las esculturas de Isamu Noguchi y Eduardo Chillida, abierto al interior a través de dos grandes grietas estratégicamente colocadas a lo largo de la torre, permitiendo que el edificio respire, proporcionando a los amplios espacios interiores un constante intercambio de aire fresco. Conéctalo a la ciudad de forma natural. Cuando se traspasa un umbral, la percepción del objeto cambia radicalmente. En el interior, la sensación de pesadez desaparece en amplios espacios vacíos que acogen a los usuarios y les acompañan en todos los rincones del edificio.


La torre recibió recientemente una Mención de Honor en la última Bienal Regional de Arquitectura FCARM
