Este paragüero en forma de anillo absorbe el agua de lluvia y parece una obra de arte

Algo revolucionario está sucediendo silenciosamente en el mundo de los objetos cotidianos, y todo comienza con algo tan humilde como el lugar donde colocas tu paraguas. Arihant Israni y Anoushka Braganza crearon InBetween, un trabajo que desafía nuestras suposiciones sobre el diseño funcional. Esto es más que un simple lugar para guardar paraguas mojados. Es toda una vibra.
Seamos honestos: la mayoría de los paragüeros son una idea de último momento. Son cilindros de plástico escondidos en las esquinas, acumulando polvo y recibos olvidados. Pero ¿qué pasa si hay algo hermoso escondido en ese rincón pasado por alto? ¿Qué pasaría si el acto de volver a casa en un día lluvioso se sintiera más significativo, más como un ritual digno de mención?
Diseñadores: Arihant Israni y Anoushka Braganza

Aquí es donde entra en juego InBetween. El diseño se construye alrededor de bucles fluidos de curvas y conexiones, creando este ritmo continuo que se siente casi hipnótico. Es lo suficientemente escultural como para hacerte detenerte y echar un segundo vistazo. Estos anillos no solo son una opción estéticamente agradable, sino que también son funcionales: cada uno sostiene un paraguas y crea un espacio negativo que le da a toda la pieza una sensación de movimiento. Incluso cuando está sentado en silencio, se siente vivo.


Los diseñadores dijeron que la forma se inspiró en el concepto de transición, el momento entre la salida y la llegada, entre el caos y la calma. ¿Honestamente? Puedes verlo. La forma en que las curvas fluyen entre sí captura la sensación de moverse a lo largo del día, de hacer una pausa para sacudirse la lluvia antes de entrar al espacio. Está diseñado con el entendimiento de que nuestros hogares son más que simples telones de fondo. Son donde nos reiniciamos, donde respiramos.

Ahora hablemos de lo básico, porque aquí es donde las cosas se ponen realmente interesantes. Está hecho de tierra de diatomeas, lo que suena muy científico pero en realidad no es más que algas fosilizadas. Aquí está su genialidad: es naturalmente poroso y absorbente, lo que significa que absorbe toda el agua de lluvia que gotea de tu paraguas sin que tengas que hacer nada. Sin charcos, sin desorden, sin tapetes muy empapados que huelen a humedad una semana después. El material también es antimicrobiano, por lo que resiste naturalmente el moho y los olores. Se seca rápidamente, se mantiene limpio y, si es necesario refrescarlo, simplemente límpielo o lije ligeramente. Eso es todo. En un mundo donde todo parece necesitar mantenimiento y conservación constantes, hay algo profundamente satisfactorio en un producto que funciona silenciosamente en segundo plano.


Pero más allá de la magia práctica, aquí hay una capa conceptual que hace que InBetween se sienta especial. La base se convierte en el mediador entre el exterior y el interior, entre la tormenta que acabas de vivir y la calma en la que estás a punto de entrar. Es una combinación de inteligencia física y diseño emocional, y funciona en ambos niveles.

Visualmente, este soporte encaja en casi cualquier espacio. La estética minimalista y la geometría orgánica hacen que no destaque, pero definitivamente se mantiene firme. Ya sea que viva en un apartamento moderno y elegante, en un estudio acogedor o en algún punto intermedio (nunca mejor dicho), puede adaptarse. Los tonos burdeos profundos y suaves de la imagen le dan una sensación cálida, pero no ruidosa. Es el tipo de trabajo que realza un espacio simplemente por existir en él.


Lo que realmente me fascina de InBetween es cómo reformula cosas en las que apenas pensamos. Estamos acostumbrados a diseñar cosas que llaman la atención, ya sea un sofá, una mesa de café o una obra de arte en la pared. Pero ¿qué pasa con todos los pequeños momentos? ¿Qué tal cuando llegues a casa, dejes el paraguas, te sacudas la lluvia y recuperes el aliento antes de comenzar el día? InBetween convirtió este acto mundano en algo digno de mención. Es un recordatorio de que un diseño bien pensado no tiene por qué ser sofisticado, caro o complicado. A veces se trata simplemente de prestar atención a los detalles y comprender que cada elemento de nuestras vidas tiene el potencial de ser algo más que funcional.

En una cultura obsesionada con la productividad y la optimización, detenerse para apreciar la poesía de un paragüero es un movimiento radical. InBetween demuestra que incluso los objetos más comunes pueden ser oportunidades para la belleza, la atención plena y un poco de asombro. ¿Honestamente? A todos nos vendría bien más de esto.
