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La torre inspirada en las olas de Kengo Kuma se levanta en Busan

Ver las olas chocar contra el puerto, la forma en que se ondulan y se pliegan en un ritmo sin esfuerzo, es una sensación fascinante. El arquitecto japonés Kengo Kuma debió dedicar algún tiempo a observar esto cuando diseñó la Torre Lotte en Busan, porque logró almacenar esta energía y apilarla en el cielo.

Este rascacielos, que se levanta en el lugar de un antiguo ayuntamiento en la bulliciosa ciudad costera de Corea del Sur, no es el típico edificio rectangular de vidrio y acero que se eleva hacia el cielo. En cambio, Kengo Kuma y sus colegas crearon algo que se siente vivo, como si el edificio mismo estuviera atrapado en una suave corriente oceánica.

Diseñador: Kengo Kuma y colegas

El diseño de la torre captura los patrones de estela que dejan los barcos que pasan por el concurrido puerto de Busan. Imagina esos momentos en los que ves un barco deslizarse por aguas tranquilas, dejando atrás esos hermosos y ondulados senderos. Esta es exactamente la filosofía que el equipo de Kengo Kuma tradujo a la arquitectura. Las bandas horizontales de la fachada son onduladas en el exterior, formando una línea continua que envuelve toda la estructura.

Lo que hace que este enfoque sea tan inteligente es que desdibuja los límites arquitectónicos habituales. El vidrio pasa perfectamente de colores claros a colores pastel, reflejando los colores cambiantes del cielo costero de Busan a lo largo del día. No busca dominar el paisaje sino reflejarlo y celebrarlo. Esto es puro Kengo Kuma, un hombre conocido por crear ideas arquitectónicas que funcionan en armonía con su entorno, y no en contra de él. La estructura en sí está concebida como una pila de volúmenes curvos transparentes, con cada capa sutilmente desplazada para sugerir movimiento. Esto crea una interacción de superficies cóncavas y convexas que, como habrás adivinado, reverbera con más ondas. Esto es arquitectura como poesía, donde la forma no sólo sigue a la función sino que captura la emoción.

Sobre el terreno, la experiencia cambia. Estos volúmenes de vidrio curvo ofrecen vislumbres de la actividad que tiene lugar en su interior, conectando los ritmos de la vida urbana con los ritmos más amplios del puerto cercano. Es como si el edificio respirara con la ciudad, ofreciendo a los transeúntes una ventana a la vida interior mientras absorbía la energía del puerto. Por la noche, la torre vuelve a cambiar. La suave iluminación interior confiere a estas líneas horizontales un sutil efecto de relieve, dando la impresión de una electricidad iluminada que se eleva a través del edificio. Imagínese pararse frente al mar al anochecer y contemplar esta estructura luminosa, que se parece menos a un rascacielos tradicional y más a una luz capturada que se mueve hacia arriba a través del agua.

La construcción del proyecto comenzará en agosto de 2023, siendo Lotte Construction responsable del proyecto, con ingeniería estructural de Arup y CNP, y se espera que esté terminado en 2028. El proyecto ha estado bajo la dirección de Kengo Kuma, y ​​si estás familiarizado con su trabajo, encontrarás que es completamente consistente con su lenguaje arquitectónico. El diseñador nos regaló el Estadio Olímpico de Tokio y el Museo de Arte de la Prefectura de Nagasaki, proyectos que de manera similar priorizaron la integración con sus entornos sobre el ego arquitectónico.

Lo que hace único a Kengo Kuma en la arquitectura contemporánea es su negativa a construir monumentos a sí mismo. Mientras que muchos arquitectos estrella se esfuerzan por crear iconos llamativos y reconocibles al instante, Kengo Kuma parece más interesado en crear edificios que sean ineludibles en su entorno, como si crecieran allí de forma natural. La Torre Lotte de Busan encarna perfectamente este concepto. Es atrevido sin ser arrogante, único sin estar fuera de contexto.

Para una ciudad como Busan que vive y respira el océano, parecía correcto tener un hito que no sólo reconozca sino que celebre esta conexión. La torre no está situada en el puerto pretendiendo estar en otro lugar. En cambio, amplifica lo que hace que Busan sea especial, convirtiendo los patrones de los barcos y las olas en algo permanente y fluido. Este proyecto nos muestra lo que sucede cuando los arquitectos realmente escuchan un lugar. El resultado no es simplemente otro rascacielos que compite por llamar la atención en un horizonte cada vez más poblado. Es un paisaje vertical que captura la esencia de la tierra que se encuentra con el mar, la energía urbana que se encuentra con los ritmos oceánicos, donde el vidrio y el acero de alguna manera logran sentirse tan naturales como el agua misma.


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