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Esta estación de autobuses de 690 pies cuadrados utiliza acero reciclado para reducir las emisiones de carbono en un 70%

Esperar el autobús no debería parecer un purgatorio, pero con el calor sofocante y los frecuentes aguaceros de la Amazonia brasileña, a menudo lo es. Fernando Andrade entendió esto bien cuando comenzó a diseñar la estación de autobuses del Amazonas en Belém, un proyecto que no nació del ego arquitectónico sino de una genuina consulta pública con las personas que realmente la usarían. Pidieron cuatro cosas: protección contra las inclemencias del tiempo, confort ambiental, durabilidad y coste razonable. Lo que obtuvieron fue más de lo que nadie esperaba: un imponente santuario escultórico que trata a los usuarios del transporte público como dignos de la misma atención de diseño que normalmente se reserva para museos y sedes corporativas.

Terminada en febrero de 2024, la estructura de 16 metros de altura envuelve a los pasajeros en una envoltura protectora de acero triangular y vidrio reflectante, y sus curvas orgánicas crean un interior acogedor que se siente a la vez protegido y espacioso. Las rampas accesibles amarillas guían a los usuarios a través del entorno accesible, que se ventila naturalmente a través de aletas de techo tradicionales de Amazon que mantienen el flujo de aire sin necesidad de sistemas mecánicos. A medida que la luz del día se filtra a través de la piel de vidrio, las sombras de los marcos geométricos bailan sobre los bancos de metal, creando una atmósfera interior en constante cambio que conecta a los ocupantes con los ritmos del clima y el tiempo. El diseño es accesible para todos, incluidos aquellos con movilidad limitada, al tiempo que promueve la belleza arquitectónica dentro de la infraestructura pública.

Diseñador:

El enfoque estructural aquí es básicamente lo que sucede cuando el diseño paramétrico realmente resuelve un problema en lugar de simplemente generar un cebo para Instagram. Toda la instalación está construida a partir de módulos triangulares de 600 mm, cada uno ensamblado a partir de tubos de acero cuadriláteros de 75×3 mm. Esta triangulación permite una distribución eficiente de la carga, ya que todo el tramo de 16 metros depende de solo cuatro puntos de apoyo, lo que significa una alteración mínima del suelo y una máxima flexibilidad para la circulación por la calle. Utilizaron acero reciclado en todas partes, lo que redujo las emisiones de carbono en un 70 % en comparación con los métodos de construcción tradicionales. Estos números son importantes porque este enfoque puede escalar. Solo hay una parada en Belém, pero los métodos de fabricación, la selección de materiales y todo el proceso de ensamblaje de la industria al sitio son aplicables a otros lugares que enfrentan desafíos climáticos y restricciones presupuestarias similares.

El vidrio laminado de 8 mm bloquea el 99,8% de la radiación solar directa, lo que no es una gran característica en condiciones ecuatoriales y marca la diferencia entre un espacio funcional y un invernadero. Pero lo más inteligente son las aletas de ventilación en la cumbrera del techo. Son rejillas de vidrio en ángulo que permiten que el aire caliente escape mientras evitan la lluvia, esencialmente un ventilador con efecto de chimenea sin partes móviles y sin requisitos de mantenimiento aparte de una limpieza ocasional. No hay motores que fallen, ni componentes electrónicos que se corroan con la humedad, ni costos continuos de energía. Es simplemente aire caliente que sube y escapa a través de geometrías adaptadas a los patrones de viento locales. Esta solución es obvia en retrospectiva, pero requiere un modelado riguroso del entorno para hacerlo bien.

El proceso de fabricación, que tardó nueve meses desde el concepto hasta su finalización, se llevó a cabo en un entorno industrial controlado por astilleros locales que saben cómo trabajar con curvas complejas y componentes resistentes a la intemperie. Dividieron previamente la estructura en tres secciones principales y luego la transportaron al lugar, donde solo se completaron las juntas de conexión. Este nivel de prefabricación garantiza que las tolerancias se mantengan estrictas y que el control de calidad no dependa de las condiciones del sitio, lo cual es importante cuando se trata de juntas estructurales de silicona y alineación precisa de paneles de vidrio. El cliente Centro Integrado de Inclusão e Reabilitação se centró en infraestructura accesible, por lo que no se agregó circulación accesible para cumplir con las especificaciones. Esto dio forma a todo el concepto del espacio desde el principio.

La verdadera prueba de cualquier infraestructura de transporte es si cambia el comportamiento. Una mejor parada de autobús no sólo proporcionaría refugio a los usuarios actuales, sino que también podría convertir a las personas que actualmente conducen porque la experiencia del autobús les resulta demasiado degradante o incómoda. La nueva estación de Belém no cambiará por sí sola la delimitación modal, pero demuestra que los usuarios del transporte público merecen un entorno que valga la pena ocupar. Estos detalles se suman a una experiencia que respeta plenamente a los usuarios y piensa en sus necesidades reales en lugar de limitarse a marcar casillas reglamentarias. Este respeto mostrado a través del acero reciclado y el vidrio de alto rendimiento es probablemente lo más radical de todo el proyecto.

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