Diseño urbano queer: planificación urbana inclusiva

La evolución de la teoría del diseño urbano intenta reestructurar la forma en que se construyen y experimentan las ciudades. A medida que la teoría y la práctica comprenden cada vez más las necesidades de las diferentes partes interesadas, diseño urbano extraño Lograr un cambio amplio e integral en la comprensión de la identidad y la comunidad en los espacios públicos. Este enfoque desafía los enfoques tradicionales (a menudo rígidos) de la planificación urbana al aplicar los principios de la teoría queer para reflejar la fluidez y la interconexión.
En esencia, el diseño urbano queer se centra en la creación de espacios seguros e inclusivos para la comunidad LGBTQ+. Su objetivo es fomentar una visión más inclusiva de ciudades adaptativas que atiendan diversas experiencias humanas. En algunos casos, el diseño urbano queer se manifiesta como un rechazo a las nociones de un orden predeterminado en el campo. La visión de las ciudades como ecosistemas dinámicos que abarcan diversidad e interconexión ocupa un lugar central.

Es importante darse cuenta de que los espacios públicos no siempre están realmente abiertos a todos. Una encuesta de 2019 mostró 50% del público británico Reconocer que las personas LGBTQ+ a menudo alteran su autopresentación en espacios públicos para evitar ser atacados. Aún más preocupante es que algunas personas, especialmente las personas transgénero, evitan ciertas áreas por completo por motivos de seguridad. Esta vulnerabilidad se extiende más allá de la comunidad LGBTQ+ y afecta a una variedad de grupos minoritarios, incluidas personas con discapacidades, minorías religiosas y minorías étnicas.
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A pesar del surgimiento de enclaves queer o «barrios gay» en muchas ciudades cosmopolitas desde la década de 1950, sigue existiendo una necesidad urgente de un replanteamiento más amplio del espacio público. Si bien áreas como el Soho de Londres o el Gay Village de Manchester ofrecen refugios seguros para la expresión LGBTQ+, muchas personas todavía sienten la necesidad de «convertirse» u ocultar sus identidades fuera de estos enclaves. Además, la gentrificación y la renovación urbana amenazan incluso estos espacios queer establecidos, a menudo abrumando a las comunidades que los configuran.


Para abordar estos desafíos, los planificadores urbanos deben pensar más allá de proteger los lugares queer existentes y trabajar para incorporar consideraciones de inclusión y seguridad LGBTQ+ en todos los espacios públicos. Esto incluye el uso de herramientas como evaluaciones de impacto en la igualdad y la consulta activa con las comunidades LGBTQ+ durante el proceso de planificación. Además, preservar el patrimonio queer es crucial. Esto se puede lograr alentando a las comunidades LGBTQ+ locales a marcar su herencia en espacios públicos, permitiendo que surjan orgánicamente nuevas capas de memoria y significado.
Las prácticas de diseño inclusivo también deben actualizarse para ir más allá de las cuestiones de acceso y movilidad e incluir consideraciones sobre las experiencias vividas de pobreza, privaciones y grupos marginados. Este enfoque puede respaldarse alentando y brindando oportunidades para que las empresas sociales gestionen sus principales negocios de manera sostenible. El mecanismo se desarrolla orgánicamente. Por ejemplo, un impuesto a la infraestructura comunitaria.
Si bien el diseño urbano queer ofrece posibilidades para crear ciudades más inclusivas, es importante reconocer que este enfoque debe ser interseccional para ser verdaderamente eficaz. Las personas trans y queer BIPOC a menudo enfrentan capas de discriminación y barreras que las personas cisgénero tal vez no experimenten. Como señaló Wyatt Gordon, “Incluso dentro de los círculos urbanistas queer, existe una tendencia a centrarse en preocupaciones compartidas como la dependencia del automóvil y el heterosexismo, ignorando las desigualdades sistémicas como el racismo, el sexismo y la transfobia que desempeñan un papel fundamental en nuestra persistencia en el campo.

Para planificadores y diseñadores urbanos que buscan integrar el urbanismo queer en su práctica, James Rojas sugiere Primero, permitir que personas queer de diferentes identidades participen en la planificación a todos los niveles. Esto significa contratar planificadores queer, involucrarlos en consultas ad hoc y centrar sus voces en los procesos de participación comunitaria. También implica desafiar los supuestos heteronormativos en la planificación, crear espacios flexibles que se adapten a una variedad de necesidades y preguntar directamente a las personas queer qué los haría sentir cómodos en el espacio.
El énfasis en la planificación colaborativa ha dado lugar a una serie de soluciones innovadoras. Los enfoques tradicionales de arriba hacia abajo pueden pasar por alto las necesidades específicas de diferentes comunidades. Al involucrar a los residentes en el proceso de diseño, los planificadores pueden descubrir necesidades de espacios públicos que cumplan con prácticas culturales únicas o reuniones sociales que son importantes para grupos específicos.

El diseño urbano moderno va más allá de la mera funcionalidad. Desafía la noción de que las ciudades existen únicamente para la eficiencia y el beneficio económico. Más bien, promueve el concepto de espacios urbanos que nutren el espíritu humano en todos sus aspectos. Esto puede implicar la creación de plazas que fomenten la interacción espontánea y la exploración divertida, incluso si estas actividades carecen de beneficios económicos claros.
El objetivo del Urbanismo Queer no es sólo crear espacios queer únicos, sino hacer que todos los espacios públicos sean más inclusivos. La verdadera medida del éxito es la voluntad de las personas de mostrar abiertamente su carácter queer en público, ya sea a través de la ropa, las palabras o las emociones. Esta visibilidad crea un circuito de retroalimentación positiva que aumenta la representación y la comodidad para todos. El diseño urbano queer democratiza el diseño al aumentar el contacto directo con la producción del espacio social.