Casa Providencia / DOMA Diario de Arquitectura |


Descripción textual proporcionada por el arquitecto. ¿Cómo se convierte un edificio en un hogar? ¿Cómo una casa se convierte en hogar? Providencia es como un refugio del ajetreo y el bullicio de la ciudad, pero aún está conectada con las maravillas de la ciudad. Es un espacio protegido, un hogar que te acoge y te hace sentir seguro y cómodo mientras estás conectado con la naturaleza que te rodea. Ya sea mirando hacia adentro o hacia afuera, ofrece un pequeño retiro para la contemplación. En cada punto del recorrido hay un encuentro único; las ventanas enmarcan el paisaje del entorno natural y las aberturas conectan con el mismo paisaje.


Por momentos, el paisaje entra en el santuario y los límites entre interior y exterior desaparecen. Estos espacios sirven como transiciones entre las distintas áreas funcionales de la vivienda. Estas transiciones son tapetes de naturaleza, luz, agua y materiales que envejecen con el tiempo y se vuelven cada día más bellos. Son materiales locales como tejas, madera, barro y piedra de México que nos recuerdan la tierra en la que vivimos, tanto su territorio natural como su artesanía mestiza.

Después de entrar a la casa, especialmente después de cerrar la puerta peatonal que da a la calle, la sensación cambia por completo. Entras en un espacio tranquilo y pacífico. El primer pad es una bienvenida al santuario, un espacio lleno de luz, la sombra del jacarandá y el verdor de grandes jardineras. La entrada tiene una ventana exterior con vistas directas al jardín trasero.

En el interior se encuentran las zonas más públicas de la casa, primero una sala familiar ni demasiado grande ni demasiado pequeña, y luego el comedor conectado directamente con la cocina abierta. Se siente como si el restaurante se hubiera convertido en parte del exterior, borrando la línea entre el interior y el exterior. Esta extensión del paisaje crea una sensación de relajación, permitiéndonos contemplar sin miedo la vegetación y las criaturas que se acercan.

En la misma planta encontramos la cocina, el corazón de la vivienda. Es un lugar de acción, encuentro, interacción y catarsis. Es un espacio abierto que está conectado con otros espacios y se puede ver desde casi todos los ángulos, tanto interna como externamente. Desde el jardín se conecta con la cocina y desde la barandilla del segundo piso se obtienen diferentes perspectivas.



A medida que se asciende al segundo nivel, la vista se convierte gradualmente en una visión clara de la cocina, el corazón de la casa, aunque las paredes permeables sólo permiten ver fragmentos de la escena. Sin embargo, el vínculo permanece, lo que garantiza que la familia se sienta unida como equipo. Permitir visibilidad entre estos dos espacios crea un hogar más democrático, como si todos los personajes de la historia estuvieran igualmente involucrados en la construcción de una vida juntos.
