Museo Vivo Interactivo Yatiyawi / Samuel Hilary


Descripción textual proporcionada por el arquitecto. El «Museo Vivo Interactivo Yatiyawi» está diseñado para albergar exposiciones y talleres, brindando un nuevo espacio para la Fundación El Getsemaní, organización que trabaja con niños y adolescentes de la comunidad suburbana de Tirata. La comunidad forma parte de la periferia del área metropolitana de La Paz-El Alto y se encuentra a una altitud de 3920 metros aproximadamente. La expansión urbana que está cambiando el paisaje de Tirata también se puede describir en términos materiales, ya que los edificios de tierra que dan testimonio del pasado rural moderno están siendo rápidamente reemplazados por edificios de hormigón y ladrillo.


Es en este contexto que el museo busca marcar la diferencia reintroduciendo la tierra apisonada como técnica constructiva primaria, destacándose de su entorno y convirtiéndose en un espacio donde la materialidad de la tierra y la madera forma parte de la agenda pedagógica del museo y la lleva a cabo. Los cimientos están conectados. El museo se construyó con un presupuesto mínimo, con un costo aproximado de 30.000 dólares, siempre que hubiera suficiente espacio para una construcción sencilla, el uso de materiales con baja huella de carbono y el empleo de mano de obra local. El proyecto representa el mayor proyecto contemporáneo de tierra apisonada en Bolivia.



La colección del museo está compuesta principalmente por el legado de la extinta Fundación Yatiyawi, una organización que trabaja en Tirata desde los años 90, produciendo materiales educativos para niños y adultos. «Yatiyawi» significa «enseñanza» en la lengua indígena aymara de la región. Cada espacio tiene su propio carácter en cuanto a textura y color, y un factor común es el uso de la tierra.


El recorrido por el museo comienza con las salas existentes de la “Casa Bárbara”, las cuales han sido renovadas y transformadas internamente, con nuevo adobe enlucido en las paredes de adobe existentes, reemplazando el anterior estuco enlucido de barro. El recorrido continúa por un espacio más pequeño caracterizado por un estuco de tierra clara elaborado con tierra gris traída del cercano Valle de Achocala (aproximadamente a 10 kilómetros del sitio).

Finalmente, el recorrido se adentra en la nueva manzana, un espacio construido íntegramente con muros de tierra apisonada y con cubierta a dos aguas compuesta por cerchas de madera vista. La luz entra desde arriba a través de paneles de policarbonato a ambos lados de la cumbrera. El espacio cuenta con dos salidas que marcan el eje central que recorre longitudinalmente el espacio. La salida norte conduce a un patio donde se conservan dos árboles nativos del altiplano andino, los Kiswaras (Buddleja coriacea Remy).
