El pabellón interactivo le permite crear modos zen utilizando energía solar

Los pabellones siempre ocupan un lugar especial en el edificio, ¿no? Estas estructuras simples prometen respirar del mundo, proporcionar sombra, refugio y detenerse en nuestra vida cotidiana cada vez más ocupada. Los jardines de arena en Japón operan con principios similares, invitando a las personas a meditar a través de un patrón de rastrillo irritante, convirtiéndose en grava cuidadosamente preparada. El patrón circular interactivo de Michael Jantzen forma pabellones conceptualmente y fusionándolos en algo realmente sin precedentes en la arquitectura contemporánea.
La mayoría de los cenadores son esencialmente estáticos, hermosos pero inmutables estructuras que proporcionan la misma experiencia para cada visitante que los encuentre todos los días. La creación de Jantzen desafió esta suposición fundamental al hacer del pabellón un participante activo en la configuración de su paisaje circundante a través de sistemas mecánicos innovadores. La estructura circular tiene un anillo de cemento compuesto concéntrico que irradia hacia afuera desde la matriz solar central, creando sombras naturales mientras alimenta todo el sistema interactivo a través de energía limpia y renovable.
Diseñador: Michael Jantzen


Ocho columnas de acero pintadas admiten el techo en capas que presenta una gran luz solar en forma de disco que cuelga sobre la mesa pública y organiza arreglos de asientos de banco para los visitantes. La verdadera magia ocurre en el espacio entre el cenador central y la pared exterior, donde la grava blanca se convierte en un lienzo de una serie de patrones interminables y en constante evolución. Un puente peatonal estrecho montado en los rieles puede girar alrededor de toda la estructura y está impulsado por motores de engranajes con energía solar que se mueven a velocidades variables.

Se unen a este puente móvil hay 13 varillas ajustables y tubos de ensayo que se pueden colocar a diferentes alturas y ángulos cuando se arrastran en la grava durante la rotación. Los patrones creados dependen completamente de la interacción del usuario: velocidad de rotación, posicionamiento de una sola barra y movimiento de ida y vuelta de todo el componente. Las cuchillas montadas en la parte delantera del puente suavizan continuamente los patrones formados previamente para garantizar que cada nueva creación comience con pizarra limpia y posibilidades creativas ilimitadas.


La experiencia se siente antigua y futurista al mismo tiempo, combinando las cualidades de meditación mantenidas por Zen tradicional con la precisión y confiabilidad de los sistemas de automatización solar. Los usuarios pueden sentarse en una tabla central, ajustar la pole position y observar cómo sus elecciones se traducen en patrones de flujo en la grava circundante. El proceso fomenta la meditación individual y la colaboración grupal, ya que múltiples visitantes pueden trabajar juntos para crear diseños cada vez más complejos y hermosos que reflejan su creatividad colectiva.


Lo que hace que este pabellón sea particularmente convincente es cómo aborda las preocupaciones contemporáneas sobre la sostenibilidad y la participación del usuario sin sacrificar el atractivo eterno de los principios tradicionales de diseño del pabellón. La integración solar asegura que la estructura esté completamente fuera de la red, mientras que los elementos interactivos traducen la observación pasiva en una participación activa. Los visitantes se convierten en cocreadores en el paisaje, dejando marcadores temporales que serán eliminados y reformados por el próximo grupo de usuarios que se encuentran con el espacio.

El pabellón de Jantzen representa una evolución fascinante en el pensamiento arquitectónico, lo que demuestra que las estructuras pueden ser contemplativas, dinámicas, tradicionales e innovadoras al mismo tiempo para lograr la experiencia del usuario. Esto muestra un futuro donde los edificios no solo evitan el medio ambiente, sino que también nos atraen activamente para dar forma a los espacios en los que vivimos. Esta arquitectura participativa abre nuevas posibilidades de cómo vemos a las personas, la tecnología y el entorno construido.