Iglesia de San Juan Pablo II/Grupo Arquitech

- área:
Capítulo 582 metros cuadrados
Año:
2024
proveedor: cemex

Descripción de la presentación del equipo del proyecto. Un aura de tranquilidad transforma un jardín urbano olvidado en un lugar sagrado de reunión comunitaria. en la ciudad OrizabaEn el estado de Veracruz, un grupo de ciudadanos buscó construir una iglesia para atender las necesidades de una creciente comunidad de fieles católicos. Antes del proyecto, los feligreses realizaban servicios religiosos en los pasillos de un centro comercial cercano. Cuando un centro comercial ofrece un pequeño jardín no utilizado adyacente a la vía principal, existe la oportunidad de diseñar un espacio espiritual permanente que también sea acogedor para el público.

El sitio tiene promesas y limitaciones. Aunque está ubicado en el centro de la ciudad, no es de gran tamaño y está rodeado de actividades comerciales. Se requieren diseños que equilibren la apertura y la introspección. La visión del cliente era crear una iglesia que encarne simplicidad, dignidad e inclusión; un lugar donde la espiritualidad y la vida urbana conviven armoniosamente.

El diseño responde a través de una combinación de formas geométricas puras. El volumen principal es un espacio circular con un diámetro de 20 metros y una altura de 9 metros, que es el corazón de la iglesia y alberga un pequeño entrepiso para la congregación y el coro. Intersectando esta forma hay un cubo de 8 metros que alberga el altar, iluminado desde arriba, creando una sensación de profundidad y presencia sagrada. Dos volúmenes rectangulares más pequeños se cruzan en el frente circular, contienen nichos funerarios y forman el vestíbulo de entrada, mientras que una torre cilíndrica completa la composición. Estructuras auxiliares independientes albergan la sacristía, los baños y los trasteros, manteniendo la claridad funcional.


La materialidad juega un papel central en la definición de la atmósfera espiritual. El hormigón teñido expuesto articula la composición, mientras que los pisos de piedra abujardada de St. Thomas se extienden desde el interior hasta el atrio, desdibujando las líneas entre el espacio sagrado y el cívico. Se utiliza madera tropical para los bancos y las puertas, mientras que el ónix translúcido filtra la luz a través de las ventanas, impregnando el interior de un brillo cálido y misterioso. La luz natural se trata como un elemento guía: ingresa al perímetro del techo, ilumina las paredes texturizadas y se filtra a través de las ventanas de ónix sobre la entrada, bañando el coro en tonos ámbar. El manejo cuidadoso de la luz y los materiales le da al espacio una cualidad meditativa, invitando a la contemplación y la reflexión.


La iglesia se abre al atrio, que se considera una extensión del espacio sagrado. El atrio está enmarcado por árboles y rocas y está limitado por muros bajos, manteniendo la transparencia y la conexión visual con la ciudad. Este juego de apertura y cierre refuerza el papel de la iglesia como santuario y espacio público.

Al reciclar jardines urbanos en desuso, el proyecto no sólo proporciona un hogar permanente para la comunidad parroquial, sino que también revitaliza las avenidas circundantes. Un gesto silencioso pero poderoso, esta iglesia es un ejemplo de cómo la arquitectura puede transformar un espacio austero en un símbolo duradero de fe e identidad colectiva.
