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Barra transversal | David García-Manzanares Vázquez de Agredos

Construir sin vigas sería insoportable.

No tanto por su incapacidad para soportar su carga o sostenerse a sí mismo, sino más bien por la falta de una tensión invisible que mantenga unidas las partes, una tensión que las persuada a no separarse, o de lo contrario tenderían a dispersarse. Un edificio sin vigas podría construirse con otros recursos, pero carecería de la firmeza de los materiales organizadores y de la voluntad del proyecto, de la certeza. horizontal Esto le da al conjunto una sensación de coherencia. Las vigas son el pulso constante del edificio, las líneas que evitan que se rompa en pedazos desconectados. Sin ellos, el espacio se derramaría sin dirección, como una idea que no encuentra la frase que la contiene.

Las vigas viven en un silencio fértil, escondidas detrás de falsos techos o disimuladas bajo capas de acabados, trabajando sin necesidad de aplausos ni atención, soportando no solo el peso de la estructura sino también la confianza de sus ocupantes. Hay en ellos un cierto carácter secundario, una presencia discreta que permite que todo lo demás suceda sin llamar la atención, como esos actores, que no protagonizan ninguna escena memorable y dejan que la trama se desarrolle con naturalidad, sin ellos todo se desmoronaría. Entonces cada rayo es como John Cazale en el cine,1 Podemos decir:

Nunca el protagonista, siempre imprescindible. En cada película en la que participó (todas obras maestras), su presencia proporcionó un contrapeso humano, una vibración íntima que unió la historia. Sí, las películas seguirán existiendo sin él, pero serán diferentes, menos densas, menos reales. Asimismo, si no hubiera vigas, el edificio podría seguir en pie, pero carecería de los cimientos invisibles, sólidos y reales que lo hacen habitable.

Vigas David García-Vázquez Manzaz de Agredos 1 Croquis conceptual. Fuente AV, restaurada en
Bosquejo conceptual | Fuente: Audiovisual

Sin embargo, a veces el rayo decide revelarse. Se exponen, abandonan su papel en la sombra y ocupan el centro de la escena. Así, a veces sucede que una viga es lanzada más allá de su circunferencia natural y se convierte en un voladizo, desafiando la gravedad con la misma obstinación que un equilibrista se niega a mirar hacia abajo. Pueden trazar fachadas ellos mismos, dibujar líneas de sombras que pueden leerse desde la calle y alargarse, como un poema, sin descanso para encontrar las palabras adecuadas. O, como ocurre con ciertos gestos radicales, pueden convertirse en la arquitectura misma: ya no en los elementos que la sostienen, sino en la definición física y conceptual del edificio en sí, recordándonos que la arquitectura no sólo depende de ellos sino que está definida por su presencia.

En el Museo de Bellas Artes de São Paulo, Lina Bo Bardi Llevó esta idea a un extremo inolvidable. Allí, el volumen del museo flota sobre la Avenida Paulista, suspendido por dos enormes vigas que pasan de un lado al otro y sostenido por sólo cuatro columnas laterales. No se esconden ni se disculpan: se revelan abiertamente con músculos tensos que declaran que sin ellos nada existiría, cargando con todo –las plantas suspendidas debajo de ellos, el peso de las obras de arte que albergan, en un gesto radical que libera el suelo como espacio público– y al mismo tiempo encarnan el simbolismo de la arquitectura como puente entre ciudad y cultura, como espacio ascendente que permite que la vida fluya hacia abajo. La estructura no es un medio oculto, sino un mensaje.

Vigas David García-Manzanares Vázquez de Agredos 2 partes, vigas sustentan el proyecto. Fuente de audio y vídeo.
Vista en sección con vigas que soportan el proyecto | Fuente: Audiovisual

Salvar un tramo de más de setenta metros sin apoyos intermedios fue un desafío técnico que, en manos de Lena, se hizo evidente. La ausencia de columnas a nivel de calle no sólo aumenta el espacio útil sino que también transforma el museo en un paseo urbano, un mirador suspendido desde el que ver y ser visto. El vacío y el volumen son igualmente importantes; La gravedad y la ligereza se reconcilian.

Pintar estas vigas de rojo no fue un capricho de color. No es decorativo, es declarativo. Afirma en términos muy claros que los edificios son el verdadero soporte, el corazón palpitante y bombeante de la energía que mantiene todo en calma. En medio de la estructura gris de la ciudad, estas líneas rojas sirven como recordatorio de que la arquitectura puede soportar no sólo cargas físicas, sino también ideas, símbolos, encuentros e incluso formas de convivencia. Sostener en este caso significa liberar, dejar que la ciudad suceda bajo tierra, dejar que la cultura flote pero no quede aislada.

Vigas David García-Manzanares Vázquez de Agredos 3 Fachada suspendida. Fuente de audio y vídeo.
Altura de suspensión | Fuente: Audiovisual

Sin embargo, la mayoría de las veces los proyectores prefieren la oscuridad de sus tratos silenciosos. Cumplen sus funciones en la sombra, tan indispensables como esos vínculos humanos que no hace falta nombrar. Se contentan con hacer su trabajo, impidiendo que las paredes se abran, que las cargas se extiendan y que el edificio se agriete contra su voluntad. Sin ellos, el techo no es más que un peso inestable y las paredes una frontera sin dirección.

De hecho, los edificios pueden encontrar otras formas de sostenerse: muros de carga, bóvedas, cables tensores. Pero en todos estos casos, cuando la viga pierde su nivel de solidez, no sólo pierde resistencia estructural; Se pierde la promesa de continuidad cósmica y cierto orden interno. Estos rayos representan la misma certeza que sentimos, aunque no podamos verlo, de que hay alguien al otro lado de la línea telefónica, a miles de kilómetros de nosotros.

Vigas David García-Manzanares Vázquez de Agredos 4 Alzado mediante columnas y vigas, como una lección de estructura. Fuente de audio y vídeo.
Elevación de columnas y vigas como lección estructural | Fuente: Audiovisual

En algunos casos, las vigas se convierten en un elemento poético sin renunciar a su función, como en determinadas vigas de madera vista, no como decoración y adorno, sino como recordatorio del esfuerzo. Allí, texturas y nudos hablan de un tiempo anterior al edificio, un árbol que alguna vez estuvo vivo, ahora transformado en una estructura que continúa sustentando la vida de otra manera. En el hormigón visto, las vigas muestran la huella del encofrado, como si conservaran la memoria del molde, y del momento previo a su solidificación. Esta memoria material es también parte de su belleza, recordándonos que todos los signos de hoy fueron alguna vez frágiles.

Entonces, volviendo a Lina Bobadi, sus vigas rojas sostienen algo más que un museo: apoyan una forma de entender el urbanismo como el vacío que ofrece la ciudad. Esto es contrario a muchas arquitecturas que se cierran y aíslan. Pero aquí lo más valioso no es lo que hay dentro, sino lo que hay debajo. La gente pasa, se detiene, protesta y se besa bajo estas vigas. En este comportamiento cotidiano, la arquitectura se convierte en escenario de vida y razón de existencia.

Liang David García-Manzanares Vázquez de Agredos 5 perspectiva. Fuente de audio y vídeo.
Punto de vista | Fuente: Audiovisual

Por eso sería insoportable construir sin vigas. Esto no es simplemente literal, sino que se debe a que las vigas son la encarnación de un comportamiento de soporte que trasciende la estructura.

Quizás por eso las vigas, incluso cuando están ocultas, tienen un papel que trasciende la tecnología y contienen enseñanzas: no siempre se ve lo que realmente sustentan; la eternidad no está en lo que brilla sino en lo que resiste; la belleza del espacio requiere de un orden invisible para hacerla posible; todo se construye sobre la firmeza previa, sobre las líneas horizontales que mantienen al mundo en su lugar. Toda la ligereza (techos flotantes, ventanas sin marco, habitaciones abiertas) está sustentada por una idea que vuela sobre nuestras cabezas.

Vigas David García-Manzanares Vázquez de Agredos 6 Croquis del espacio interior liberado. Fuente de audio y vídeo.
Bosquejo de la liberación del espacio interior | Fuente: Audiovisual

La viga también nos enseña que sostener no siempre significa soportar todo el peso; A veces eso significa distribuirlo, compartirlo, saber hacia dónde dirigirlo. Solidez no significa rigidez. La función de un soporte puede ser flexible, pero su finalidad sigue siendo firme.

En definitiva, la arquitectura, como la vida, se sustenta en gestos visibles y pensamientos ocultos. Estas vigas pertenecen al segundo grupo y no hace falta nombrarlas, pero si faltan todo lo demás empieza a tambalearse: el suelo, la estructura, la carpintería, los eslabones, el entendimiento tácito y las promesas no anunciadas pero cumplidas. Porque, tal vez, los verdaderos fundamentos de nuestra memoria no sean la grandeza de la memoria, sino esas líneas rectas y silenciosas que nos permiten habitar el mundo sin que todo se nos derrumbe.

Vigas David García-Manzanares Vázquez de Agredos 7 Estructura en construcción. Fuente de audio y vídeo.
Estructura en construcción | Fuente: Audiovisual

Sin las vigas, el edificio sería insoportable. No por falta de cálculo estructural, sino por la pérdida de la firmeza intangible que organiza el espacio, le da dirección, lo protege del colapso físico y del colapso moral. Porque la arquitectura –y Liang también lo sabe– se sustenta sobre todo en algo que nunca hemos visto ni comprendido, en algo que vive en las sombras sin él.

notas:

1 John Holland Cazale (Revere, Massachusetts, 12 de agosto de 1935 – Nueva York, 13 de marzo de 1978) fue un actor de cine y teatro estadounidense. Durante su corta carrera, apareció en cinco películas en siete años, todas las cuales fueron nominadas al Oscar a la Mejor Película: padrino (1972), Contenido de la conversación (1974), El padrino II (1974), tarde de perros (1975) Sí cazador (1978). Mientras estudiaba actuación en Boston College, comenzó a desarrollar un estilo que persistiría a lo largo de su carrera posterior, explorando la interioridad, las motivaciones y los orígenes de sus personajes y moldeándolos desde el dolor. El resultado suele ser personajes débiles, vulnerables o indecisos que pueden ser trágicos e interesantes al mismo tiempo. Sus colegas lo han descrito como un “perfeccionista”, “meticuloso” y “maníaco” debido a su concentración y compromiso con su trabajo.

(…) Estaba trabajando en la obra Agamenón de Joseph Papp cuando le diagnosticaron cáncer de pulmón. A pesar de esto, aceptó un papel en el drama bélico Hunters. Murió poco después de completar su escena a la edad de 42 años. En 2009, se estrenó el documental “Discovering John Cazale”, que incluía entrevistas con cineastas y actores que trabajaron con él, entre ellos Pacino, Coppola, Lumet, Meryl Streep y Robert De Niro, así como con una nueva generación de actores influenciados por él, como Philip Seymour Hoffman y Steve Buscemi. Varios medios de comunicación destacaron a Qajar como una figura influyente en la industria cinematográfica de la década de 1970.

John Kazel (28 de junio de 2025). existir Wikipedia Recuperado.

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